Hace unos días una amiga me pidió que le recomendara lugares lindos para conocer en Chile. Me puse a pensar cada lugar que conocimos en este viaje -tanto de Argentina como de Chile-. Me di cuenta que fueron lugares muy diferentes –zonas turísticas y no turísticas, naturaleza, pequeños pueblos, grandes urbes-. A pesar de la diferencia en paisajes, en todos se repetía un mismo patrón: sus personas
Esta nota va dedicada a todas y cada una de las personas que son parte de nuestro viaje. 

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Tarde en Choshuenco

A los lugares los hacen las personas

En cada lugar, más allá de sus paisajes, conocimos personas. Cuando recordamos esos lugares inevitablemente nos acordamos de ellas, las que hicieron que nuestro viaje sea único. Cada uno de esos hermosos lugares que conocimos no sería el mismo lugar sin esas personas con la que compartimos. Por eso afirmo: a los lugares los hacen las personas.
Por eso hoy quiero hablar de ellas. Todas esas personas que dejaron en nosotros una huella. Con cada una de ellas compartimos historias, lugares, nos hicieron sentir diferentes, nos sorprendimos con su hospitalidad. Nos dejaron entrar en su vida, para dejar -nosotros también- una huella en ellas.
A todos ellos y (a quiénes seguramente seguiremos conociendo) va dedicado esta nota. Queremos agradecerles porque cada uno de ustedes nos demostró que hay personas buenas en el mundo. Hay personas que sin conocerte van a dar por uno mucho más de lo que uno se imagina que pueden llegar a dar.

Sentimientos encontrados

Me crié en una ciudad chica donde todo lo que estaba a mi alrededor era lindo, donde las personas no querían hacerme daño. Cuando me fui a estudiar un amigo me dijo: “vas a tener que dejar de ser tan buenuda porque en las ciudades grandes las personas no son tan buenas, te pasan por encima”.
Viví en La Plata 9 años y confieso que realmente nunca me adapté al ritmo acelerado de la ciudad. Las ciudades grandes mucho no me gustan, siento que las personas andan cada una en la suya no prestando mucha atención a su alrededor. Me hice más desconfiada y tuve mucho miedo a que me hagan daño. Sin embargo, conocí personas excelentes que hoy son parte de mi vida, que también dejaron una huella en mi.
Hace más de tres meses que empezamos este viaje, pasé por todo tipo de ciudades y volví a ser la lechu “buenuda” que dejé atrás en Tres Arroyos cuando me fui a estudiar. No me arrepiento, ¿seré confianzuda? Quizá, pero mi esencia me deja confiar en la gente, me hace jurar que las personas son buenas y no van por la vida intentando hacerte mal. Esa esencia es la que me dejó conocer personas excelentes en el camino y me dejó ver que esas personas están en todos lados (no sólo en las ciudades chicas) y que muchas de esas personas estarán en mi por siempre. 

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Un agradecimiento a todos y cada uno de ustedes

Aclaración: con algunas personas no nos sacamos fotos, es por eso que no están sus imágenes en esta nota. 

Al Pulga: porque fue el primer ciclista que conocimos en el camino. Porque con él compartimos ese amor a viajar en bici y porque nos dio muchísimos consejos y recomendaciones durante nuestro viaje por el sur de Argentina y Chile.
A las chicas del geriátrico de Tte. Origone: por demostrarnos que en algún lugar de nuestro país las instituciones aún funcionan. Que hay personas que brindan amor a sus horas de trabajo, para hacer de un geriátrico un lugar ameno donde las personas mayores del pueblo realmente desean vivir en su vejez.
A los chicos del camiónporque nos levantaron cuando ya no dábamos más de cansancio y porque nos demostraron que la palabra sigue teniendo valor. Nos dijeron “vamos a cargar la cebolla y después pasamos a buscarlos”. Se les complicó con la carga y tardaron más horas de lo pensado e igualmente pasaron por nosotros.

A Ileana: porque nos trató y mimó como una hermana mayor. Fue la primera que confió en nosotros y nos abrió las puertas de su casa sin conocernos. En muy poco tiempo aprendimos a quererla como una amiga y nos agarró por primera vez (con una persona “desconocida”) ese “cosito” en la panza cuando la despedimos.

A rocío de Bariloche: porque compartió con nosotros el amor a su ciudad y nos hizo conocer un Bariloche diferente: lleno de vida natural, paisajes e historia.

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Refugio El Frey

A Gloria, Alejandro y Aimi: porque nos permitieron conocer el otro lado de la ciudad (Bariloche). Y nos mostraron una forma de vivir relajada donde el qué dirán de los demás no es un problema.

A Lucas de Villa La Angostura: porque viajó junto a nosotros mirando mapas. Porque la sencillez y tranquilidad de su casa nos hizo pasar unos días muy relajados a las afueras de la ciudad.
A Mariela y Rodrigo: porque nos mostraron su sencillez como personas y nos dieron una amena compañía en un lugar donde lo material realmente no importaba.
A Delfor y Mabel: por demostrarnos cómo las pequeñas y sencillas cosas de la vida pueden hacer a uno feliz.
A Alfredo de La vida es un viaje: porque es otro ejemplo de que los sueños hay que salir a convertirlos en realidad.
A Carla (Isla de Pascua): porque fue la primer chilena que conocimos y no sólo nos invitó sino que nos dio más ganas de conocer su país.
A Luis Alberto y su flia (de Panguipulli): porque se hacía de noche y aún no encontrábamos un lugar para dormir. Luis se nos acercó para preguntarnos de dónde veníamos y en menos de 5 minutos de charla nos invitó a pasar la noche en su casa. Compartimos un lindo momento junto a su familia.
A Miguel y Polo de 2 ruedas a Chiloé: porque son otros dos locos como nosotros que salieron a cumplir su sueño.
A Gago y Caro: porque nos hicieron extrañar un poquito menos a nuestros amigos tratándonos como tales en todo momento y porque nos permitieron quererlos a ellos también como amigos. Porque compartimos momentos excelentes juntos, porque conocimos un poco de todo de la cultura chilena. Porque me hicieron conocer un libro que aún me deja pensando. Y porque estoy segura que Gago fue mi primo o algún familiar en otra vida 😛 Por cierto, recomiendo el libro: “Muchas vidas, muchos maestros” De Brian Weiis.


A Nely, Pablo y su familia: porque nos trataron como unos hijos y nos permitieron compartir en familia muy lindos momentos. Porque Nely fue nuestra guía turística ciclista por Santiago y nos hizo sentir cómodos -y no perdidos- en una ciudad tan grande. Porque su casa y su barrio no parecen que estuvieran en la capital del país. Nos sorprendió que una ciudad tan grande pueda tener un barrio tan tranquilo. Porque nos demostraron que en las grandes ciudades igualmente viven personas sencillas que sí le importa cómo está el otro.
A Lorena, Dominga, Cecilia, Javier y su familia: porque por la simpatía de esa niña conocimos a una gran familia que nos permitió compartir junto a ellos un hermoso día de campo. Porque viven en una ciudad grande y escapan a la playa cuando pueden a sentirse un poco más cerca de la naturaleza (y porque eso nos identifica mucho).
A Michele de São Paulo: porque me permitió compartir una tarde de puro portugués en la ciudad de Pucón. Practiqué y súper practiqué el idioma y aprendí nuevas cosas de la cultura brasilera junto a una muy linda persona. Y Nico a pesar que no habla el idioma igual pudo reír y compartir nuestra charla.
A Eduardo Silva: porque sin conocerme me pidió que arme una nota para su diario local y la publicó totalmente como yo se la mandé. Mi primer nota en un periódico y encima respetó todas y cada una de las palabras que yo escribí.
A Carmen, Raúl y su familia: porque nos dejaron conocer dos personas súper relajadas que disfrutan cada instante de la vida y eligen la naturaleza y tranquilidad de Mirasol para vivir. Porque su casa está llena de vida, de historias que contar y eso hace que cada uno que pasa quiera dejar su huella y su historia en ese lugar. Porque íbamos sólo de paso y nos hicieron sentir tan bien que nos hubiésemos quedado a vivir en esa casa. Porque son las pequeñas cosas lo que los hace felices. Porque cuando los conocí le dije a Nico: “quiero contagiarme su forma tranquila de vivir”. Y porque compartimos un juego de cartas muy divertido que me dieron más ganas de jugar.
A Gilber (y el cuartel de bomberos de la 1ra compañía de Casablanca): porque fue nuestra primera experiencia en “los bomberos”. Porque muchos cicloturistas y cicloviajeros nos habían contado de su experiencia durmiendo en estos lugares y con ellos pudimos vivirla nosotros mismos. Porque dejan la vida por su gente y porque nos dieron un lugar muy cómodo dónde ducharnos, comer y pasar la noche.

 A todos y cada uno de ellos muchas gracias!!!

Esta nota fue escrita en mayo de 2015. Luego de esa fecha conocimos muchísimas personas más. No hicimos una nueva nota  agradeciéndoles a cada uno de ellos -estamos vagos-. Pero en este pequeño video figuran algunos de ellos.